Ejercicio en la prevención y tratamiento de enfermedades

La evidencia científica muestra una relación estrecha entre la actividad física y la esperanza de vida. El cuerpo humano está diseñado para el movimiento y necesita ejercicio regular para mantener un óptimo estado de salud física, mental y emocional, así como para prevenir enfermedades.

Una vez que se presenta una enfermedad, diversos estudios han demostrado que la combinación de tratamientos médicos, ejercicio, hábitos nutricionales adecuados e higiene del sueño mejora significativamente el pronóstico y reduce el riesgo de recaídas en una amplia gama de afecciones graves, incluyendo cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes, EPOC, asma, osteoporosis, fracturas, depresión y ansiedad.

Es fundamental reconocer que cada ser humano es único e irrepetible, lo que significa que cada persona enfrenta la enfermedad de manera diferente. El ejercicio debe formar parte de este proceso de recuperación, y es esencial que se adapte de manera individualizada, considerando el estado físico y emocional de cada persona en cada sesión. El progreso puede no ser siempre lineal, pero la mejora se puede observar de sesión en sesión.

El compromiso del paciente con su recuperación es esencial. Esto incluye mantener una alimentación adecuada, establecer buenos hábitos de sueño y gestionar el estrés de manera efectiva. Si se siguen estas pautas, el organismo comenzará a recuperar su equilibrio y fortalecerá su sistema inmunológico, lo cual es crucial para el proceso de sanación.

Células Natural Killer: ¿Qué ocurre en tu cuerpo cuando haces ejercicio?

- Aumenta la cantidad de linfocitos NK (natural killer), que son la primera línea de defensa del organismo.

- Se incrementa la producción de neutrófilos, células T (que protegen contra infecciones y combaten el cáncer) y linfocitos B (encargados de producir anticuerpos que destruyen virus y bacterias).

- Se liberan miokinas y cadherinas, lo que contribuye a disminuir la inflamación y promueve la apoptosis tumoral.

- Se liberan catecolaminas, como la adrenalina, que inhiben la señalización del cáncer de mama.

- Se activan los macrófagos, fortaleciendo la citotoxicidad antitumoral.

- Se reduce la producción de citoquinas proinflamatorias, como las adipocinas.

- Se mejora la fatiga, evitando la hipoxia y optimizando la circulación sanguínea.

- Se combate la debilidad muscular, previniendo la sarcopenia y la caquexia (pérdida de peso involuntaria).

- Se liberan endorfinas y dinorfinas, que ayudan a tolerar mejor el tratamiento oncológico.

- Independientemente del tipo de proceso tumoral, la actividad física mejora el pronóstico y disminuye la probabilidad de metástasis.

- En conclusión, el ejercicio físico es una herramienta valiosa en el mantenimiento de la salud y en el proceso de recuperación de enfermedades, ofreciendo una amplia variedad de beneficios a nivel físico y emocional.